lunes, 5 de mayo de 2008

Introducción

Los enemas son líquidos que se introducen por vía rectal en la porción terminal del intestino. Se pueden emplear como evacuantes (enemas de evacuación o de limpieza, que son los más frecuentes y en los que nos vamos a centrar), para ejercer una acción local o sistémica (enemas de retención) o con fines diagnósticos (enemas con sustancias radioopacas). Cuando el volumen que se va a administrar es pequeño, se denominan microenemas.

Los enemas están contraindicados en los pacientes con patología anorrectal (hemorroides dolorosas, fisuras, abscesos) o con intervenciones quirúrgicas recientes en la zona.

Preparación del material necesario

Antes de llevar a cabo cualquier técnica hay que tener preparado el material que se va a emplear, que en este caso consiste en:

  • El equipo de irrigación. Posee los siguientes elementos:

    • El irrigador, que es el recipiente en donde se introduce el enema.

    • Un tubo de conexión, que parte del irrigador.

    • Una llave de paso, la cual está acoplada al tubo de conexión (hay equipos que no la tienen).

    • Una sonda rectal, la cual se conecta al otro extremo del tubo de conexión. El calibre de la sonda varía según la edad del individuo: de 22-30 French para los adultos y de 12-18 French para los niños.

  • El enema. La composición de un enema puede ser muy variable (por ejemplo, para un enema de limpieza de 1000 ml, introducir un 10% de lactulosa, un 10% de aceite de oliva, 1 ó 2 canuletas de microenema de citrato de sodio y completar con agua), pero al prepararlo siempre hay que tener en cuenta dos factores:

    • La temperatura, que debe de estar entre los 38-40oC.

    • El volumen, que varía según la edad del individuo: 700-1000 ml para los adultos, 500-700 ml para los adolescentes, 300-500 ml para los escolares, 250-350 ml para los preescolares y 150-250 ml para los bebés.
      Cuando el enema que se va a administrar es de los preparados comercialmente, lo único que hay que hacer es seguir las instrucciones del fabricante. Normalmente vienen presentados en un envase de plástico el cual trae acoplado una cánula rectal.

  • Un termómetro, para comprobar la temperatura del enema.

  • Lubricante hidrosoluble.

  • Gasas.

  • Guantes desechables.

  • Pinza de Kocher, por si el equipo de irrigación no tiene llave de paso.

  • Una cuña.

  • Papel higiénico.

  • Un hule o un protector para la cama.

  • El material para el aseo del paciente (toalla, palangana y jabón).

  • Un pie de suero.

Realización del procedimiento

Para administrar un enema de limpieza hay que seguir los siguientes pasos:

Lávese las manos y póngase los guantes.

Conecte las distintas partes del equipo de irrigación, teniendo la precaución de cerrar la llave de paso.

Explíquele al paciente el procedimiento y solicite su colaboración. Indíquele que evacue la vejiga, ya que ello reduce la incomodidad del procedimiento.

Ayude al paciente a colocarse en decúbito lateral izquierdo, con la rodilla derecha flexionada. Esta postura, además de permitir la observación del ano, facilita que el enema fluya por gravedad a lo largo de la curva natural del recto y del sigmoide, mejorando así la retención de la solución.

Descubra la zona de las nalgas.

Coloque sobre la cama el hule o el protector.

Vierta la solución en el irrigador y compruebe su temperatura.

Cuelgue el recipiente en el pie de suero.

Abra la llave de paso para purgar el sistema, dejando caer la solución en la cuña. Una vez purgado el sistema, cierre la llave de paso. En caso de que no disponga de llave de paso, utilice la pinza de Kocher.

Ponga lubricante en una gasa y pásela por la sonda rectal, lubricando unos 10 cm desde su punta.

Separe la nalga superior con su mano no dominante y observe la zona anal.

Indíquele al paciente que inspire profundamente y que espire con lentitud, ya que así se promueve la relajación del esfínter anal externo.



Fig. 1

Introducción de la sonda rectal con el paciente en decúbito lateral izquierdo y separando la nalga superior.

Aprovechando una de las espiraciones (en este momento la presión abdominal es menor) introduzca la punta de la sonda rectal, girándola poco a poco y apuntando en dirección al ombligo del paciente (esta dirección sigue el trayecto anatómico del intestino grueso). La cantidad de sonda a introducir varía según la edad del individuo: de 7.5-10 cm en el adulto, de 5-7.5 cm en el niño y de 2.5-3-5 cm en el bebé. Si topa con cualquier resistencia no fuerce la entrada de la sonda, permita que fluya un poco de solución mientras el paciente realiza respiraciones lentas y profundas y luego intente proseguir con la inserción (una pequeña cantidad de solución puede diluir el material fecal que obstruye el paso de la sonda).

Abra la llave de paso o la pinza reguladora y deje que la solución entre lentamente, con el irrigador colocado a la altura de la cadera del paciente (la infusión rápida puede estimular la evacuación prematura).

Eleve el irrigador poco a poco hasta situarlo a unos 30 cm por encima del ano. Esta altura permite una infusión lenta y continua (la velocidad de infusión depende de la altura a la que se coloque el irrigador: a mayor altura, mayor velocidad).

Durante el paso de la solución tenga en cuenta los siguientes puntos:

  • Si el paciente se queja de sensación de plenitud o de calambres, cierre la llave de paso durante unos 30 segundos o bien descienda algo el recipiente para disminuir la velocidad de flujo.

  • Ante cualquier indicativo de reacción vagal (sudoración, malestar, palidez facial, palpitaciones, etc.), detenga la infusión.

  • Si en algún momento la entrada de líquido se hace más lenta, realice una ligera rotación de la sonda para desprender cualquier material fecal que pueda estar obstruyendo alguno de sus orificios.


Fig. 2

Interrupción del flujo del enema con la pinza reguladora o de Kocher.

Cuando haya pasado toda la solución, cierre la llave de paso o la pinza de Kocher (así no entrará aire en el recto).

Retire la sonda rectal con suavidad.

Pídale al paciente que intente retener el enema durante 10 minutos. Ayúdele a colocarse en decúbito supino, ya que esta posición favorece la retención. Si el paciente tiene dificultades para retener la solución, puede ayudarle presionando ambas nalgas entre sí.

Abandone la habitación, quítese los guantes y lávese las manos.

Transcurrido el tiempo adecuado o antes si el paciente lo pide, ya se puede realizar la evacuación (en la cuña o en el inodoro). Lávese las manos, enfúndese los guantes y ayude al paciente.

Terminado el procedimiento, proceda al aseo del paciente.

Bibliografía
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2008

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